¡Buenos días, queridos surcadores de letras! A estas alturas, seguro que todos estamos igual: muy muy muy agobiados con las compras navideñas. Por si no habéis comprado todos, os traigo una propuesta para algún familiar lector (o para vosotros mismos). Se trata de:
Título: Días malos (pero malos malos malos)
Autor: Jordi Sierra i Fabra
Editorial: Algar Editorial
Encuadernación: tapa blanda sin solapas
Páginas: 232
PVP: 9'95€
Argumento: Los padres de Isma se separaron hace un par de años. Él se ha ido adaptando a la situación y ahora vive con su madre, va al fútbol con su padre y sale con sus amigos, mientra cursa el último año de Bachillerato. Pero este precario equilibrio se romperá cuando su madre le diga que ha encontrado una nueva pareja y quiere que la conozca.
A partir de este momento, la vida de Isma se hunde a pasos de gigante, forzado a aceptar un hecho que lleva años negando: su padre y su madre no volverán a estar juntos. A medida que va descubriendo que la realidad no siempre es como nos gustaría y que los padres tienen necesidades que van más allá de sus hijos, Isma abrirá los ojos a lo que supone crecer y convertirse en adulto.
Ya de primeras, siendo un libro firmado por Jordi, sabía que me iba a gustar. Pues no sabéis, después de terminarlo, lo que me ha encantado. Después de unas lecturas un poco... "serias", "largas" (en páginas), "densas", necesitaba leer Días malos (pero malos malos malos). Como viene siendo habitual por parte del autor, el libro está dividido en 35 capítulos breves y un montón de diálogos, a cuál más ingenioso, que os dejarán con la boca abierta. La historia está narrada por Isma, el protagonista.
Todos los personajes son de lo más variopinto, y quizá el libro peca de los estereotipos (pero esto se perdona por todo lo demás). Isma, de dieciocho años, es un joven adorable. Se preocupa mucho, tiende un poco a la obsesión, también tiene ratos infantiles que irán desapareciendo a lo largo de la historia (por lo que el lector ve claramente el arco de transformación del personaje). Isma, que no se considera un chico guapo (es más, dice ser "un cruce de Woody Allen y Jim Carrey", en pág. 134), se siente afortunado por tener a Leticia como su novia (más de una persona quisiera que su pareja hablase así, como hace Isma de Leti), a la que le cuenta todos los entresijos de sus padres y le pide consejos. ¿Y los padres? La separación se debe a su padre, que quiso cortar la relación. La verdad es que entiendo un poco a Isma ante la situación: su padre sale con Fiona, una veinteañera que, a su vez, sale con otro musculoso; y su madre sale con Beni (de Benigno), que vende... sanitarios.
El final me en-can-tó. Muy Jordi. Después de todo lo que se le pasa por la cabeza al pobre Isma, el final es de matrícula de honor. Terminé la lectura con muy buen sabor de boca. ¿Es inesperado? Si te dejas engañar, sí. Para los que hayamos leído mucho de Jordi, es posible que pudiera ser un poco predecible. Pero por los buenos ratos que se pasan leyéndolo, se perdona.
Entonces, sí o sí lo recomiendo. 100%. He disfrutado mucho, he reído, he sentido... Días malos (pero malos malos malos) es de esas lecturas que hay que leer alguna vez en la vida. Plantea una filosofía que habría que seguir siempre, y más cuando se pasan situaciones difíciles. ¿Lo mejor? Pues, a parte de ser una lectura ligera, concisa y divertida, los personajes están muy bien trazados. Además, me parece que la portada está muy bien elegida. ¿Lo peor? No le veo pegas a este libro. De verdad, me podría quedar escribiendo más y más sobre este libro, pero no quiero saturar la reseña. Días malos (pero malos malos malos) puede ser un buen regalo para Navidad... ahí lo dejo.
Os deseo un feliz viernes.
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